El cólera morbo está producido por el vibrión colérico, que causa una profunda y rápida deshidratación por la presencia de profusos vómitos y diarreas. Las mortales pandemias que partieron de la India durante el siglo XIX  le dieron una triste notoriedad.

En 1830 la segunda pandemia se extendió a partir de Astrakán, afectando a Moscú y a una gran parte de Rusia. A partir del año 1831 invadió Polonia extendiéndose por toda Europa, incluida la península Ibérica. Al finalizar Agosto de 1834, Bilbao se vio atacada por el cólera,  sufriendo centenares de muertos. En aquellas fechas la Villa se encontraba con serios problemas para abastecerse por estar ocupado casi todo el Señorío por tropas carlistas. Su población había aumentado por los numerosos liberales vecinos de otras localidades refugiados en Bilbao y por la presencia de una nutrida guarnición militar. No eran las mejores condiciones para que Bilbao afrontara la enfermedad.

En la primavera del año 1832 el pleno del ayuntamiento acordaba contratar un médico supernumerario para tener garantizada su presencia en caso de que el cólera atacase a la Villa. Un año más tarde se acordaron una serie de medidas para mejorar la limpieza del recinto urbano, pensando que de aquella forma se contribuía a la prevención de la enfermedad: se contrataron cuatro nuevos barrenderos, se acordó una limpieza nocturna de los cubos (saneamiento) y la eliminación del depósito de basuras sito en los Santos Juanes, foco de insalubridad, sustituyéndolo por una embarcación situada en la ría a la altura de Carnicería Vieja, que las arrojaría aguas abajo en la Ría.

En agosto de 1834, cuando la llegada del cólera era inminente, se tomaron medidas más enérgicas:

·          Se dividió la villa en doce cuarteles y se encomendó la vigilancia de cada uno de ellos a un regidor y a los cabos de calle, con el fin de comprobar el cumplimiento de las normas sanitarias. También se colocaron guardas en las puertas para evitar la entrada de mendigos o personas que vinieran de localidades afectadas por la epidemia.

·          Se preparó un lazareto en Zorroza, donde pudieran pasar la cuarentena los viajeros sospechosos.

·          Se habilitó como hospital la casa número 34 de la calle de la Ronda y fueron trasladados a ella a los enfermos del Hospital Civil. Éste fue dedicado exclusivamente a los enfermos de cólera. El convento de la Encarnación fue utilizado como hospital para convalecientes.

·          Se organizó el reparto de alimentos y ropa para los necesitados y se crearon puestos de socorro para la atención ambulatoria de los enfermos.

·          Se inició una suscripción popular para afrontar los gastos, obteniéndose 130.227 reales y 27 maravedíes.

·          Se prohibieron los duelos, campanas y entierros ostentosos.

Los primeros casos de cólera afectaron a dos pacientes ingresados en el Hospital de Atxuri por otras causas y a un soldado de la guarnición liberal. Tomasa Arana, de 60 años, quien falleció el 28 de agosto, tuvo la desgracia de ser la primera en morir. Durante el mes de septiembre se vio como día a día iban acumulándose los fallecimientos, alcanzando su mayor intensidad los días 16 y 17, para luego ir decreciendo a lo largo de octubre, hasta finalizar la epidemia.

A lo largo de los meses de agosto, septiembre y octubre de aquel año se registraron novecientas setenta y cinco personas fallecidas entre Bilbao, Abando y Begoña, cuando la media de la mortalidad para esos meses en los años anteriores y posteriores era de menos de cien fallecimientos. Luego cabe deducir que el cólera se llevó unas ochocientas vidas. (Comparable a 20.000 en el Bilbao del año 2000)

Atacó más a las mujeres y, entre ellas, a las de más edad. Entre quienes padecieron la enfermedad se encontraban cinco de los siete médicos con que contaba la Villa, su alcalde y varios concejales (la sesión municipal del 17 de septiembre la presidió Juan Bautista de Maguregui, 4º regidor, por hallarse enfermos los alcaldes 1º, 2º y 3º).

Una vez finalizada la epidemia se celebraron solemnes Te Deum en las iglesias de Santiago, Begoña y San Vicente Mártir de Abando

Antonio Villanueva Edo y Juan Gondra Rezola