El edificio ubicado en la confluencia de la Gran Vía y la calle Iparraguire está destinado a uso mixto de viviendas y oficinas. Es una singular muestra del eclecticismo burgués abundante en la Gran Vía y su entorno próximo. Fue proyectado en 1927 por el arquitecto Ángel Líbano.

En la antigua Avenida de los Aliados (actual Gran Vía) tenían terrenos la viuda de Chávarri y Ramón de la Sota. Y también Tomás Allende, que encargó un edificio en esquina en un solar de la zona a Ángel Líbano, que realizó un proyecto de alto nivel dotado de amplios y confortables espacios, calefacción individual por pisos, ascensores, cuatro escaleras y refinadas decoraciones interiores: en definitiva, las máximas comodidades de la época.

Dispone de cimentación de pilotes y estructura de hormigón armado y consta de planta baja y seis plantas superiores. En su composición externa predominan las formas clásicas, con pilastras, molduras y torre cuadrada en la esquina rematada a cuatro aguas con chapitel. La gran calidad de los materiales contribuye a su impecable aspecto, utilizando ladrillo de Borgoña, piedra caliza de Escobedo y mármol negro de Mañaria.

Supone un modelo de casa de vecindad burguesa o de lujo, que tuvo muy buena acogida en el Ensanche bilbaíno. En el lado opuesto de la Gran Vía hay otro buen ejemplo de similares características, aunque diferente estilo: las Casas de Ramón de la Sota.

Ángel Líbano fue padre de Álvaro Líbano, autor entre otros del cercano edificio de Oficinas Babcock Wilcox en la misma Gran Vía. Y discípulo de Leonardo Rucabado,  cuya influencia se aprecia en este edificio.

 “El zócalo será de mármol  negro de Mañaria...  hasta  el piso primero  se empleará la piedra caliza  de Escobedo... hasta el piso  cuarto ladrillo fino de Borgoña, descubierto  y en los pisos quinto y sexto estuco  imitación a piedra.” Son algunas referencias textuales a los materiales utilizados y su disposición en las fachadas.


Francisco J. García de la Torre y Bernardo I. García de la Torre