Después del éxito de la primera Semana Grande, en 1979 la Coordinadora de Comparsas de Bilbao recuperó también los Carnavales de Bilbao-Bilboko Aratusteak.

El Carnaval es un tiempo contrapuesto a la Cuaresma, de libertades y excesos, en el que está permitido lo extravagante y lo ridículo, manifestado a través de los disfraces. Se intentó buscar así un nuevo motivo o personaje que diera a la fiesta un carácter lúdico y durante esos primeros años el Agua de Bilbao, representada en una gigante botella hinchable, fue el leitmotiv de la fiesta. Hasta que en 1984 nacieron, como reflejo de los estereotipos bilbaínos, Farolín y Zarambolas. También se recuperaron para los desfiles los antiguos recorridos, desde Atxuri al Arenal, pasando por la Ribera, aunque hace unos años, la Comisión Mixta que se había formado en 1981 se rompió y desde entonces se hacen dos desfiles, uno a cargo del Ayuntamiento de Bilbao y otro de las Comparsas.

Por otro lado, son múltiples las actividades que se realizan a lo largo de esos seis días previos al miércoles de Ceniza. Concursos de todo tipo: de coplillas, de ponche y tostadas carnavalescas, de disfraces e incluso de alubias. Conciertos callejeros, desfiles, pasacalles, gigantes y cabezudos, exhibiciones de deporte rural, chocolatadas y por supuesto, el famoso juicio a Farolín y Zarambolas. El martes de Carnaval, la Quema de la Sardina pone fin a los vicios y pecados cometidos durante las fiestas. Tras el velatorio de la Sardina en la Plaza Nueva, el cortejo fúnebre –de riguroso luto– recorre el Casco Viejo hasta la plaza del Arriaga, en donde se quema. Las últimas ascuas dan paso al miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma.

En el año 2009, “Señor Karolino” de Jokin de Cerio, fue el cartel elegido para anunciar el Carnaval. Los reposteros bilbaínos decidieron ponerle cara a esa carolina y desde entonces cada Carnaval miles de Karolinos ocupan los escaparates de las pastelerías de Bilbao.


Ale Ibarra Aguirregabiria