Aunque el color y el aspecto turbio de la ría de Bilbao provocaron durante décadas el abandono de los juegos marítimos, en los siglos anteriores, la ría fue escenario de famosas fiestas.

Las fiestas de la ría no solo eran parte del programa de las Grandes fiestas de agosto con las regatas, cucañas, los concursos de pesca y los desfiles de gigantes, también se organizaron fiestas en otros momentos del año con motivo de visitas reales o de otras personalidades. De hecho, uno de los elementos centrales de las fiestas de la ría en los siglos XVIII y XIX, fue la reproducción de la Góndola del Consulado de Bilbao, actualmente ubicada en el Museo Marítimo. La falúa originaria se construyó en el siglo XVII con ocasión de la visita a Bilbao del Cónsul de Holanda, Adrian Tourlon. Esta góndola también fue parte de las procesiones navales que cada año se hacían hasta Portugalete afirmando la posesión de Bilbao sobre la barra de arena.

Del mismo modo, fueron famosas la fiesta Veneciana, caracterizada por un cortejo nocturno de góndolas y carrozas entre el Arenal y el puente de La Salve; o la Fiesta del Faraón, con la comitiva disfrazada de personajes egipcios. También destaca la visita de la reina María Cristina con motivo de la inauguración del puerto exterior, que fue festejada con música, fuegos artificiales, farolillos de papel y un sinfín de botes que acompañaron al barco real aguas arriba.

Aunque estas fiestas cayeron en desuso a finales del siglo XIX, ya en la segunda mitad del XX, la ría de Bilbao volvió a ser el espacio elegido para celebrar la conquista de títulos deportivos como los del Athletic Club, el 700 aniversario de Bilbao o la quema de Marijaia al finalizar cada Aste Nagusia.


Ale Ibarra Agirregabiria