Edificio ubicado en la Avda. Lehendakari Aguirre, 1 en Deusto proyectado por el arquitecto Estanislao Segurola entre 1934 y 1935 para Kindergarten o parvulario y gimnasio del Colegio Alemán. El edificio, junto con otros centros escolares de la época, como los colegios municipales de San Francisco y Luis Briñas, y el colegio de Errotatxueta de la Federación de Escuelas Vascas/ Eusko Ikastola Batza, es un ejemplo de la renovación arquitectónica escolar de aquellos años.
Las clases del Colegio Alemán de Bilbao comenzaron en
un inmueble de la calle Diputación el 11 de febrero de 1917, bajo la iniciativa
de varios residentes alemanes de la Villa. El 27 de abril de 1924 se inauguró
un nuevo edificio en Deusto con un total de 50 alumnos y la autorización para
impartir enseñanzas medias. Tres años después, en 1927 se establecieron cursos
de bachillerato para alumnos no alemanes, así como cursos nocturnos para
adultos.
Años más tarde, en mayo de 1934 el arquitecto
Estanislao Segurola proyectó para el Colegio Alemán un kindergarten y un
gimnasio, que finalizó en enero de 1935. El arquitecto estuvo al tanto de las
novedades sobre arquitectura escolar de aquellos años que concretó en su
propuesta. Previamente, en junio de 1932, participó en el concurso municipal
para construir el grupo escolar municipal de San Francisco, que marcó un hito
en la renovación de la construcción escolar de la ciudad. En la construcción
del kindergarten y gimnasio para el Colegió Alemán es posible que Segurola
contase con la ayuda del arquitecto alemán Thomas Schocken, con quien colaboró
entre 1933 y 1936.
El nuevo
edificio para el Colegio Alemán adoptó una estética racionalista en la fachada,
que fue común al resto de propuestas escolares que se erigieron en la ciudad.
El inmueble se estructuró en dos cuerpos en escuadra. Uno de ellos albergó en
una única planta, un gran gimnasio de 6 metros de altura ocupando una
superficie total aproximada de 24 metros de longitud por 10,50 de anchura. Su
iluminación partía de ocho grandes ventanales ubicados en la parte alta de la
fachada y gracias a una pequeña tarima, el espacio podía acondicionarse como
salón de actos. El espacio se completaba con una galería a media altura, un vestuario,
duchas y el servicio para niños en uno de los laterales.
Las aulas se
proyectaron en el cuerpo perpendicular adjunto al gimnasio. En la planta baja
se dispusieron el vestíbulo de entrada, la escalera, el servicio para niñas y
el kindergarten en un aula de aproximadamente 7 metros de ancho por 8 de largo
y 3.50 metros de altura que albergaba tres mesas, una docena de sillas y un
armario- almacén al fondo. La clase se comunicaba con una terraza- galería
abierta y techada en la planta alta. A ella se podía acceder directamente desde
el aula a través de tres ventanas- puertas de guillotina. Las poco habituales
ventanas se articulaban en tres hojas que permitían una aireación adecuada según
las necesidades de cada momento. En la planta superior se albergaron dos aulas
también de doce alumnos cada una a pesar de su diferente tamaño. Ambas tenían
tres 3 metros de altura, 4 de largo, y anchuras diferentes de 7 y 5 metros.
El resultado
fue un edificio nada habitual en el panorama arquitectónico de la época que con
los años ha sido alterado en su distribución. El cuerpo destinado
originariamente a gimnasio, se dividió en dos pisos, con sus correspondientes
ventanas para albergar diferentes aulas, mientras que en el otro cuerpo se
utilizó como patio interior en la planta baja y otras dependencias en la planta
superior.
El edificio es propiedad de las Esclavas de Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios y está abandonado en la actualidad.
Francisco Javier Muñoz Fernández