Maestro de capilla, arquitecto e ingeniero (Bilbao, c. 1688-Begoña, 1779).

Su padre, Martín, natural de Burguete (Navarra), ejerció el oficio de ensamblador en Bilbao desde 1684. Joseph recibió órdenes sacerdotales en 1713, y cuatro años después ingresó como violón en la Capilla de Música de Bilbao. Sin embargo, su plaza quedó suprimida a consecuencia de las restricciones subsiguientes a la Machinada de 1718-1719. En 1730 logró la suplencia del maestro de capilla Martín Balbín, asegurando para el futuro la titularidad de dicho cargo. Ese mismo año viajó a Madrid con fines formativos, y es probable que se imbuyera allí del nuevo estilo de Domenico Scarlatti, que pronto se extendería entre los teclistas del País Vasco. En Bilbao fue mentor, junto al organista Juan Bautista Inurrieta, de Joaquín Oxinaga y Manuel de Gamarra. Éste último le asistiría y sucedería en sus obligaciones musicales a partir de 1753, a instancias del propio Zailorda.

En 1740 recibió licencia para dirigir los trabajos de pilotaje de muelles emprendidos por el Consulado en la desembocadura de la ría con el fin de mejorar la navegabilidad de la barra de Portugalete. Además, supervisaría las obras del fuerte de La Galea, en Getxo (1742), sobre planos de Jaime Sycre.

Como arquitecto, diseñó las trazas de la iglesia de Santa María de Mungia (1746), la casa consistorial de la Anteiglesia de Deusto (c. 1554) y la fachada del Ayuntamiento de Pamplona (1755). Realizó peritajes de obras artísticas tanto en Bizkaia (pintura al óleo de la Virgen de Begoña, 1737; iglesia de Santa María de Górliz, 1745; retablo de San Pedro de Dima, 1747; sitial de plata de la basílica de Santiago, 1750) como en Pamplona (retablo de San Cernín, 1767). Asimismo, se le atribuye el diseño de platerías en la iglesia de San Nicolás de Bilbao. El consistorio bilbaíno le encargó incluso un informe sobre la salubridad de una fuente en Ollargan, en 1759.

Hombre de posición acomodada por sus rentas y trabajos, fue dueño de una rica biblioteca científica, esotérica y doctrinal, así como de un variopinto instrumental técnico. Todo ello evidencia una amplia cultura teórica y pragmática, en la línea empírica de los novatores pioneros de la Ilustración. Pese a su notable influencia en la vida musical y cultural de la Villa, no se ha conservado ninguna de sus composiciones.


Obras: fachada del Ayuntamiento de Pamplona (1755).

Mario Lerena